La decimoquinta edición del diccionario de la Real Academia Española, publicada en 1925, apareció en un momento de intensos cambios sociales, políticos y artísticos, no solo en España, sino también en Europa y en el resto del mundo.
La dictadura de Miguel Primo de Rivera, instaurada en 1923 tras un golpe de Estado, marcó la década de 1920. En el ámbito internacional, Europa todavía afrontaba las consecuencias de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Aunque España permaneció neutral en el conflicto, eso no la eximió de enfrentar sus repercusiones económicas y culturales.
Desde el punto de vista artístico y literario, este período experimentó el impacto de la confluencia de corrientes como el Modernismo, la Generación del 98 y la emergente Generación del 27. El Modernismo, con figuras como Rubén Darío, había introducido un lenguaje renovado, mientras que los autores del 98, como Unamuno y Machado, reflexionaban sobre la crisis de identidad española tras la pérdida de las colonias en 1898. Por otro lado, la Generación del 27, con poetas como Federico García Lorca y Rafael Alberti, combinaba la tradición con la experimentación vanguardista. En este contexto, destacaron también las artistas e intelectuales del grupo de Las Sinsombrero, como Maruja Mallo y María Zambrano, quienes desafiaron las normas sociales de su tiempo. La música y las artes visuales también vivieron su propia transformación. En 1925, Manuel de Falla estrenó la versión sinfónica de El amor brujo, con fuertes influencias del folclore andaluz. En el mismo año, Picasso pintó La danza, obra que marcó su incursión en el surrealismo. A nivel arquitectónico, Antonio Gaudí dedicaba sus últimos años a la construcción de la Sagrada Familia, proyecto en el que trabajó hasta su fallecimiento en 1926.
En el ámbito científico, la visita de Albert Einstein a España en 1923 reflejó el interés creciente por la física moderna. Invitado por el Institut d’Estudis Catalans y la Junta para la Ampliación de Estudios (Madrid), Einstein impartió conferencias en Barcelona y Madrid, difundiendo la teoría de la relatividad en un país que buscaba incorporarse al debate científico internacional.
Años más tarde, la estabilidad política del régimen de Primo de Rivera comenzó a resquebrajarse. La creciente oposición y la crisis económica precipitaron la dimisión del dictador en 1930. En 1931, la proclamación de la Segunda República marcó un nuevo rumbo para España, con reformas políticas y sociales que transformarían el país. A pesar de ello, la inestabilidad no cesó y, en 1936, apenas unos días después de la publicación de la 16.ª edición del DRAE, estalló la Guerra de España. En este contexto de enfrentamiento y censura, la labor académica y literaria quedó relegada a un segundo plano, y muchos intelectuales, escritores y artistas se vieron obligados al exilio o sufrieron persecución.
Así pues, el Diccionario de la lengua española de 1925 refleja las transformaciones de una una sociedad convulsa; la lengua continúa siendo testigo y vehículo de las transformaciones culturales de una época.
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