La Real Academia Española, inspirada en la Academia francesa, se fundó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga, marqués de Villena (1650-1725), quien fue también su primer director. El 3 de octubre de 1714 Felipe V aprobó su constitución y en 1715 se escribieron sus primeros estatutos, que establecían, entre otras cuestiones, la finalidad de Academia, el número de sus miembros (24) y su funcionamiento. Ese mismo año se acuñó el lema por el que es conocida la corporación: “Limpia, fija y da esplendor”. Estos estatutos se han modificado en cuatro ocasiones: en 1848, en 1859, en 1977 y, por último, en 1993.
En el prólogo del primer diccionario académico ya se indica que el principal fin que tuvo la Real Academia Española fue “hacer un Diccionario copioso y exacto, en que se viesse la grandéza y poder de la léngua, la hermosúra y fecundidád de sus voces, y que ninguna otra la excede en elegáncia, phrases y pureza […]”. Los trabajos preparatorios de esa obra se iniciaron hacia 1713, y a finales de ese mismo año aparece la Planta y méthodo, que, por determinación de la Academia Española, deben observar los Académicos en la composición del nuevo Diccionario de la Lengua Castellana a fin de conseguir una mayor uniformidad. En 1726 vería la luz el primer tomo del Diccionario de autoridades, título por el que se conoce ese primer diccionario, después de trece años de trabajo y dificultades. Los cinco tomos restantes aparecieron en intervalos de dos o tres años, hasta que se concluyó la obra en 1739.
Al diccionario se sumaron otras publicaciones fundamentales en la labor académica, entre las que destacan la Orthographia, que apareció en 1741, y la Gramática, publicada en 1771. Ambas obras contarán posteriormente con nuevas ediciones.
En el último tercio del siglo XIX, comenzaron a fundarse las Academias americanas, encabezadas por la correspondiente de Colombia, en 1871. Le siguen en el siglo XIX Ecuador, México, El Salvador, Venezuela, Chile, Perú y Guatemala, en ese orden. En el siglo XX, entre 1923 y 1973, se fundan las academias de Costa Rica, Filipinas, Panamá, Cuba, Paraguay, Bolivia, República Dominicana, Nicaragua, Argentina, Uruguay, Honduras, Puerto Rico y Estados Unidos. Para 1925 se habían fundado las primeras diez. Por último, en 2013 se funda la Academia de Guinea Ecuatorial. Esta y la de Filipinas son las únicas en continentes diferentes a América.
Don Ramón Menéndez Pidal
Ramón Menéndez Pidal (1869-1968), considerado el introductor de la ciencia filológica en España, creó o impulsó algunos de los más importantes proyectos para el estudio de la lengua, como la Revista de filología española o el Atlas de la península ibérica. Entre su ingente producción científica se podrían destacar el Manual de gramática histórica española, cuya cuarta edición se publicó en 1925, reeditada e impresa hasta la actualidad, y Orígenes del español, que vio la luz en 1926.
A finales de 1925 fue elegido director interino de la Real Academia Española, cargo que desempeñó en propiedad a partir de diciembre de 1926. En relación con el diccionario académico, defendió la sustitución de castellano por español y así se procedió en su 15.ª edición, además de alentar los trabajos del posterior Diccionario manual e ilustrado de la lengua española, publicado en 1927. Mostró especial interés y preocupación por el español americano, así como por el resto de las lenguas peninsulares, sobre todo por el vasco y el catalán. Sus inquietudes lexicográficas quedaron plasmadas, con gran maestría y modernidad, en el prólogo al diccionario Vox (1945) bajo el título de El diccionario que deseamos.
En 1939 cesó como director de la Real Academia Española en señal de protesta ante las decisiones que el gobierno franquista tomó sobre la situación de algunos de sus miembros; sin embargo, volvió a ser elegido director en 1947 y siguió en este cargo hasta su muerte, no sin conseguir, como pretendía anteriormente con su dimisión, que los sillones de académicos exiliados permanecieran sin cubrir hasta que fallecieran.
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