Como pueblo, los Romaníes se han resistido por todos los medios a ser integrados en el nuevo orden económico, social y cultural del capitalismo. No obstante, sería el colmo del delirio sostener que la modernidad occidental, que no es más que el proyecto sobre el que se sostiene el sistema capitalista, no ha impactado en una comunidad tradicionalmente perseguida, sin Estado y territorio autónomo. La herida que este violento impacto ha causado y causa en la conciencia romaní es evidente. A menudo, esta herida se manifiesta en una especie de nostalgia contradictoria por la forma en la que los ancestros conseguían esquivar las políticas racistas de la integración: el carromato. No estamos por lo tanto ante una forma de idealizar románticamente las razones del nomadismo gitano, sino ante la expresión de un anhelo por recuperar la dignidad subversiva de nuestros abuelos y abuelas.
Carromato y herida